Entrada 2. Discriminación
El lenguaje, las palabras, son un medio de comunicación nosotros, pero, al mismo tiempo, son también un modo de pensar, de razonar, una forma de acceder a la realidad y al mundo que nos rodea mediante su aprehensión, y, por qué no, su interpretación. Los hombres y las mujeres aprenden a serlo a través de lo que ven y de lo que oyen, aprenden, en muchos casos por imitación. Nuestro legado cultural y las formas de su reproducción social son una de las causas importantes del mantenimiento de las relaciones de género desiguales y la eterna subordinación de la mujeres. Porque la violencia (física y psíquica) y el desprecio ejercidos contra la población femenina, las ideas preconcebidas, que de una u otra forma justifican la discriminación, están presentes no sólo en las prácticas y comportamientos sociales sino que se reflejan en la manera de concebir, representar y contar nuestro día a día.
La mujer ha estado históricamente en una posición secundaria y, hasta en algunos momentos, anulada, inexistente. Explotada, denigrada, excluida y discriminada, ha formado parte de una subcultura subordinada a los principios generales (masculinos, obviamente) del sistema social. Pero esto no significa que haya aceptado de forma sumisa dicha dominación y gracias a muchas luchadoras y valientes, hemos avanzado... aunque, por momentos, este avance sea imperceptible. Un ejemplo de ello lo encontramos en noticias como ésta: https://elpais.com/internacional/2022-02-14/una-migrante-sienta-en-el-banquillo-a-la-esclavitud-del-servicio-domestico-en-libano.html
En los últimos meses la crisis económica, sumada a la emergencia por el nuevo coronavirus, ha empeorado la situación laboral de la población, en general, y, en concreto, de las mujeres y, un sector de los más afectados es el de las trabajadoras del hogar. Pero eso no impide que mujeres fuertes y valientes alcen su voz contra las discriminaciones que se vienen dando sobre su persona, solo por el mero hecho de ser MUJER. La discriminación en su sentido más amplio.
Lamentablemente, la discriminación no sólo la sufren mujeres... la discriminación se da a muchos niveles... y podemos comprobarlo en las noticias que invaden cada uno de nuestro días. Así, tenemos discriminación económica ( https://elpais.com/icon-design/living/2022-01-17/puerta-para-pobres-puerta-para-ricos-por-que-los-nuevos-edificios-de-lujo-estan-resucitando-la-escalera-de-servicio.html). Discriminación racial (https://elpais.com/economia/2022-02-10/california-acusa-a-tesla-de-segregacion-racial-en-una-de-sus-fabricas.html). Discriminación hacia personas con discapacidad (https://elpais.com/espana/madrid/2021-09-20/metro-de-madrid-y-google-maps-se-olvidan-de-los-viajeros-en-silla-de-ruedas.html). Discriminación relacionada con la orientación sexual (https://elpais.com/espana/2021-10-28/el-supremo-condena-a-un-ano-de-carcel-a-cinco-sargentos-por-acosar-a-una-companera-lesbiana.html). Discriminación sexual (https://elpais.com/sociedad/2022-01-12/el-supremo-avala-que-una-asociacion-religiosa-solo-admita-a-hombres.html). Discriminación relacionada con la salud (https://elpais.com/sociedad/2021-12-01/el-estigma-del-vih-sigue-vivo-en-las-cocinas.html). Discriminación por edad (https://elpais.com/economia/2022-01-22/el-desamparo-de-los-mayores-eleva-la-presion-sobre-los-bancos-hay-pocos-empleados-atendiendo-en-la-sucursal.html).

Éstos son solo algunos de los ejemplos que en el día a día leemos, vemos, escuchamos en las noticias. Imposible obviar que vivimos en una sociedad en la que la DISCRIMINACIÓN inunda nuestros días y que cada uno la padece de forma directa, indirecta o por asociación.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que todos los seres humanos nacen libres, con igual derecho a una vida digna y libre de discriminación y de trato denigrante.
Desafortunadamente, a lo largo de la historia han ocurrido demasiados crímenes provocados por el odio y la discriminación. Pero esta no tiene que ser la realidad en la que vivimos. Desde el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos en la década de 1960 hasta la caída del apartheid en Africa del Sur, muchas personas se han unido para luchar contra el racismo y la discriminación con notables resultados. La regulación y el compromiso por parte de los países es fundamental en la lucha contra la erradicación de cualquiera de las formas de discriminación de las que, cualquiera de nosotros, podemos ser objeto. Pero resulta más necesario que cada uno de nosotros, en nuestro día a día, pongamos en práctica las buenas relaciones, tratemos a todos por igual e impidamos, con pequeños gestos, que la discriminación se ramifique entre nosotros. Evitar comentarios y actitudes que denotan discriminación, amparar a aquellos que puedan resultar vulnerables ante determinadas situaciones, alzar la voz, auxiliar a quien está siendo víctima de una situación de desigualdad, son pequeños gestos que podemos integrar en nuestro día a día y que, sin duda, contribuirían a que la discriminación desapareciese poco a poco... hasta lograr que fuera algo excepcional y NO algo habitual.

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