Literatura de ayer, Cine de hoy

 


¿Qué mejor forma de aprender sobre la Igualdad que disfrutando de una buena película o bien, sumergiéndonos entre las líneas de un buen libro? Para esta nueva actividad se muestran dos ejemplos (difícil elección entre los miles de títulos cinematográficos y literarios existentes!) que nos permiten ver que el tema de la igualdad de sexo y de género son temas recurrentes, que quieren mostrar temas y situaciones que hasta la fecha han sido tabú, difíciles de explicar, de contar, de sentir, de confesar... y que, de alguna forma, mediante las palabras o la interpretación, se ha permitido naturalizar y dar vida a todo aquello que, durante décadas, e incluso siglos, se ha silenciado.

El séptimo arte es una forma de ayudar a comprender determinadas situaciones y sentimientos que han estado presentes desde el origen de la humanidad pero que, por ignorancia y miedo, han estado silenciados y ocultados a lo largo de nuestros días. Cada vez son más los largometrajes que muestran personajes principales femeninos, fuertes y empoderados que dejan atrás la imagen de una mujer desvalida y frágil; otros que muestran sentimientos y formas de amar aparentemente "contrarios" a los natural (la homosexualidad) y simplemente quieren reflejar una vida que es tan válida y real como cualquier otra. Un ejemplo lo encontramos en la película Carol, de Todd Haynes. El guión de Carol, el romance entre dos mujeres del Estados Unidos de la década de los 50, estuvo guardado en el cajón de varios despachos de Hollywood durante casi 20 años, hasta que un valiente decidió darle luz, vida y voz.

La película comienza cuando Carol (Cate Blanchet) acude a unos grandes almacenes para realizar unas compras navideñas. Allí trabaja como dependienta Therese (Rooney Mara). Ambas mantienen una breve conversación y cuando Carol deja el lugar, olvida sus guantes en el mostrador. La naturalidad de ese primer encuentro será la pauta en los comienzos de un romance que a todas luces no podrá prosperar, ante el peso y presiones de su entorno, que intentarán aplacar sus incipientes sentimientos. Para ellas no tiene importancia su diferencia de edad y estrato social, simplemente se han dejado llevar por lo que ha surgido entre ellas. Tanto Carol como Therese tienen pareja. Será el ex marido de Carol, quien utilizará sus influencias y contactos para truncar su relación.

La película habla principalmente de homosexualidad a mediados del siglo veinte, de una condición que tuvo que recorrer un largo camino desde que era considerada un pecado, un delito o incluso, una enfermedad, hasta su reconocimiento como un hecho natural. Estamos en el año 1952 y la penalización de los actos homosexuales en Estados Unidos se continuó produciendo, aunque parezca difícil de creer, hasta el año 2003 en algunos estados. El primero en eliminar su ley de sodomía fue Illinois, en 1962. El tema de la homosexualidad, y mucho más el lesbianismo en concreto, resultaba un asunto absolutamente tabú, más envuelto en secretismos que, por supuesto, la discriminación de afroamericanos, lo que no se molestaba en ocultar. Ser mujer y lesbiana en aquellas fechas no era fácil, las féminas, tras la Segunda Guerra Mundial, tuvieron que volver al hogar y adoptar la posición de esposas y madres sumisas, ocupadas en las labores domésticas y sometidas a la voluntad del varón. Muy pocas se atrevieron a mostrar su condición, y tuvieron que pasar décadas de evolución, de incorporación a la universidad y de reivindicación, para que la situación se aceptara con naturalidad. Como dato aberrante en la discriminación de género, bien entrado el siglo veintiuno, en ese país tan rico, democrático y desarrollado como Estados Unidos, las mujeres aún continúan cobrando por un mismo trabajo un 25% de salario menos que los hombres.

Últimamente estamos viendo muchas películas que se centran en mujeres que deben renunciar a su vida por sus hijos o viceversa, mujeres que siguen sus inquietudes y luchan por ellas, a pesar de que ello implique la renuncia a los hijos, a su familia e incluso amigos. Ojalá las denuncias de desigualdad de la mujer en cualquier campo, en situaciones del pasado o en los momentos actuales, sirva para acercarnos cada vez más a la paridad en derechos, condiciones y oportunidades que ostenta el género masculino.

Es curioso ver cómo, tanto en el ámbito de la literatura como en el cinematográfico, se crean obras que se ven en la necesidad de mostrar a la sociedad la naturalidad y la realidad de determinadas situaciones, sentimientos y formas de pensar y de actuar. En las películas, por ejemplo, no se plantea la necesidad de tener que reflejar que el hombre es fuerte, independiente, estudioso, trabajador...además de que siempre se vende su imagen como salvador del mundo, protector de su familia, no se considera necesario mostrar muchas de sus cualidades (defectos por supuesto se obvian...) puesto que ya se dan por hecho que un hombre es así y no hay necesidad de mostrar algo que ya se tiene por natural. Sin embargo, con las mujeres pasa todo lo contrario y se necesitan, con cierta obligatoriedad, que se creen películas y obras literarias que expliquen que ellas sí pueden ser independientes, sí pueden amar de muchas formas, sí pueden trabajar, estudiar y ser buenas en lo que se propongan y, por qué no, sí pueden salvar al mundo de cualquier catástrofe (véase películas como "Wonder Woman"). Actualmente, se han conseguido muchos progresos, pero sería erróneo pensar que ya no los hay. Hay mucho por hacer antes de que podamos dejar de hablar del tema y forme parte de nuestros días como algo tan natural como el respirar.

Y ahora, nos adentramos en el mundo de las letras. En la literatura, tanto actual como de antaño, encontramos numerosas obras que reflejan el problema de la desigualdad de género. Y como no podría ser de otra forma, recurriremos a una de las voces de la lucha feminista: nuestra querida y tan anhelada y progresista Emilia Pardo Bazán. Se elige la obra LA TRIBUNA.

La Tribuna fue publicada por Emilia Pardo Bazán en 1883. La obra tiene como protagonista a Amparo, muchacha de extracción humilde que vive en Marineda -nombre ficticio que la autora da a A Coruña- donde trabaja con su padre en el negocio de hacer “barquillos”. Su madre era una antigua tabaquera que se encontraba postrada en cama paralítica.

Amparo entra en la fábrica de tabacos de Marineda por recomendación de un militar llamado Borrén. Su padre la sustituye en el modesto negocio familiar por un tal Jacinto al que llaman Chinto, muchacho aldeano de aspecto burdo que se enamorará de Amparo, siendo rechazado y despreciado por ésta.

Cuando en septiembre de 1868 estalla la revolución, muchas de las operarias de las fábricas de tabacos simpatizarán con la República. Con este entusiasmo ,algunas de las trabajadoras, entre las que destaca Amparo, leen diariamente la prensa a sus compañeras, comprometiéndose fervientemente con el proyecto republicano e incorporándolo a sus propios ideales. En este contexto, Amparo, la protagonista de la novela, aparecerá como una líder obrera que destaca por su oratoria fluida y apasionada, y por su empeño en la defensa de los más débiles, lo que le que le valió el apodo de “Tribuna”.

La belleza de Amparo despierta el interés de Baltasar, hijo de una familia burguesa acomodada de Marineda. Aunque al principio Amparo se muestra dubitativa, finalmente acaba por entregarse a él, después de la promesa de casamiento que éste le había hecho. Amparo queda embarazada y Baltasar la rechaza, porque tiene planes de boda con otra chica de mejor condición social. La novela finaliza con el nacimiento del hijo de Amparo y la proclamación de  la República.

Y después de este breve resumen de esta maravillosa obra, explicaremos por qué es tan importante y por qué debería de formar parte de la lectura obligada de cualquier persona, en edad escolar, o no. En primer lugar, hay que destacar la atención que realiza del mundo laboral femenino y el decidido apoyo que demuestra denunciando la doble tarea de la mujer en el entorno laboral, pues son madres y trabajadoras al mismo tiempo. Además, no desaprovecha la ocasión para denunciar también la falta de instrucción de la mujer trabajadora. A través de los personajes, las descripciones y la voz de Amparo, hace una crítica brutal a las condiciones laborales de la clase obrera y la frivolidad de las clases altas, dedicadas a los cotilleos y a las burlas varias, mientras pasean ajenos al ambiente de convulsión social del momento. Pero si tuviera que destacar algo, sería  la reivindicación de la mujer en cuanto a sus derechos laborales e independencia económica, participación activa en la vida política de la ciudad y la <<paridad con el hombre en el concepto de la honra>>. La Tribuna es el hermanamiento en estado puro, no sólo por el poder que obtienen las mujeres cuando trabajan en equipo y defienden juntas sus derechos, sino también, y más importante, la ayuda que se prestan unas a otras, dejando de lado sus diferencias. La perseverancia, tenacidad y lucha por romper prejuicios, seguir adelante con la cabeza alta, el afán por mejorar y  defender sus principios, ha sido toda una lección a lo largo de las líneas que componen "La Tribuna". A lo largo de la novela se defiende la actividad laboral de las mujeres como base de su independencia, defiende la paridad con el hombre respecto a la honra, y reivindica el activismo político de las mujeres. Conviene recordar que ninguna de las Constituciones españolas aprobadas durante el siglo XIX, ni siquiera  la de 1869, recogía el voto femenino.

Emilia Pardo Bazán abunda en ideas de paridad e igualdad entre 1891 y 1893. Insiste en que los deberes de la mujer tienen que ver consigo misma y no son relativos a la familia que podrá o no formar. Su finalidad en la vida no se reduce a ser madre y esposa. Hay algo más, mucho más allá. Puede ser todo lo que se proponga aunque tenga que adentrarse en una lucha constante para conseguirlo. Y esto es lo que se plasma en el personaje de Amparo. Su primer deber es tratar de instruirse, el segundo el de ser independiente, elegir su labor. Pardo Bazán la muestra eligiendo liar pitillos para gozar de mejor vida y de mejor compañía. Es en esta novela y en el personaje de Amparo donde la escritora acumula por primera vez las más claras reivindicaciones femeninas de su momento: en lo laboral (esfera donde se destacan la falta de seguridad, de higiene y el agotamiento del operario): el derecho de la mujer de trabajar y ganar un salario digno, tan digno como el de un hombre.

Pardo Bazán fue una visionaria y una adelantada a su tiempo. A través de sus palabras nos ha ido mostrando que la mujer tiene más de un camino por recorrer y que depende únicamente de ella para conseguirlo, independientemente de la época que viva, aunque ello suponga una lucha constante en aras de alcanzar tus propósitos.

Tanto "Carol" como "La Tribuna" son dos buenas formas de aprendizaje sobre la igualdad y la lucha contra las injusticias sociales. Son ejemplos de lucha, de perseverancia y de ilusión. Una forma amena de ver que existen otras realidades, otras vidas. Una forma amena de aprender a tolerar, a respetar y a entender. Y también de entender que JUNTAS somos más fuertes y podemos conseguir más de lo que nos imaginamos.

 

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